Pildoras falleras

Dias de mucho ajetreo, han sido tal vez las fallas en que más cansado he terminado. Se han notado los dias previos de preparativos, transporte, plantá, compromisos, mascletás, y por supuesto las visitas a todas las fallas que queriamos ver, y que como siempre ha tenido que quedar alguna en el tintero. Pero no pasa nada.

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Incertidumbre en el futuro. Hemos abierto la puerta a una posible continuidad, pero hay que hablarlo y negociar. No podemos volver a hacer lo mismo, hay cosas que deben cambiar. Me siento algo extraño, ahora mismo no sé lo que quiero o no quiero hacer en adelante, es aún demasiado pronto. Será el cansancio acumulado, no sé.. Ya veremos.

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Aguanté bien hasta el penúltimo dia, en el que sufrí un bajón importante. Se aliñó con el tipico sentimiento de los dias festivos, en el que sale a la calle hasta el más recóndito tesoro, de los que durante el resto del año no se tienen noticias. Sin embargo, como de ilusión también se vive, ésta vez, por ésta única vez, casi no he caido preso de los fantasmas. Y es que guardo la ilusión de que el destino me tiene preparada una muy buena apuesta, esta vez si. Al tiempo.

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Muchas visitas recibidas para contemplar nuestro monumento. Amigos, quizás más de los esperados. Gente que quizás no esperabas apareció por allí. Bonitas palabras y detalles de afecto. Una de esas cosas que te hacen saber a quien le importas, aunque sea un poquito. Y aunque yo prefiero escuchar las criticas constructivas, para aprender y mejorar todo lo posible, la mayoria de cantos de sirena fueron halagadores hacia nuestra labor.

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Noche de San José. Comenzó con la cremá de nuestra falla. Interesante experiencia. No lo lamenté nada. Después, música autóctona para un fin de fiesta por las calles de la ciudad, en una segunda edición de nuestra particular cremá automovilistica. Momento cumbre, con gran sabor fallero. Fuego por los cuatro costados, la ciudad rezumando humo, camino al infinito...

El año que viene, más.