Hay alguien ahi afuera...?
Cuatro dias sin ir a trabajar es algo que a mucha gente le debe parecer una bendición del cielo. Para mi es una oportunidad de desconectar y aprovechar para hacer otras cosas que normalmente digo que no puedo hacer por falta de tiempo. Unas dependen sólo de mi, para otras en cambio necesito de los demás.
Pero... ¿qué pasa cuando no hay "demás"?
Resultado: Invierto mi tiempo en banalidades, a la espera de saber si puedo contar con alguien o no. Las agujas del reloj avanzan y no hay respuesta. La improvisación se convierte en mi guia espiritual, el ánimo decae, y siento hacer aguas por todos lados.
Miro a mi alrededor, y no veo la paja del ojo ajeno en mi vida. Por una extraña razón siempre veo las vidas ajenas más interesantes a la mia, muchas veces tan sólo es por el mero hecho de estar ahi, al otro lado...
Necesito verme desde fuera, salir de mi cuerpo y observarme de la misma manera que observo a los demás. Debo hacerlo, y tal vez así comprenderé qué es lo que proyecto sobre los demás, qué piensan sobre mi cuando me ven, cuando hablo con ellos, o simplemente cuando me cruzo con alguien. Y que no hay tanta diferencia como me parece siempre percibir, inconscientemente.
Sigo sintiendo que paso de puntillas por la vida, no consigo integrarme realmente en un circulo, en un ambiente... Creo que mi reciente etapa anti-social, aún no del todo concluida, me está haciendo más daño del que podía sospechar. Me cuesta ser objetivo, hacer un análisis de mi mismo y determinar qué es lo que me hace sentir así.
Mi tiempo es efimero, y a pesar de haber empezado a aprovecharlo mucho más que en el pasado, aún siento que debo hacer más, mucho más. La juventud es algo que termina antes o después, y siento que aún tengo mucho por vivir en ella, muchas cosas por hacer y por sentir... cosas que sobrevuelan a mi alrededor, pero de las cuales no consigo ser participe. Y no hago más que invertir mi tiempo y mis pensamientos en hallar el camino que me conduzca a ellas, pero siempre sin prisas, no quiero una autopista a la felicidad... me basta con un camino, por largo que sea, pero que llegue a su destino. Y mi esperanza es que dentro de unos meses, una vez haya emprendido el camino que he decidido tomar, alejado del seno familiar, la respuesta sea la que espero.
Toda esta introspección ha sido fruto de las cavilantes horas en silencio, empresa sobre la cual una desasosegante sensación de soledad -no buscada- ha sido la accionista mayoritaria. Y es que es triste reunir el coraje necesario para buscar a la gente, y que nadie pueda dedicarte su tiempo.
Ufff ... Ahora sé que mi trabajo me aporta muchisimo más de lo que aporta cualquier trabajo. Estoy deseando volver!