Uno ya no recordaba lo que es tener tiempo libre, poder plantearte qué hacer una tarde, hoy, mañana, al otro...
Los dias van pasando en una extraña relajación temporal, a la cual es fácil acostumbrarse, casi tanto como a perder la poca disciplina horaria que me quedaba. Es tiempo de aprovechar y llamar a gente a la que hace tiempo que no veo, saber de ellos... Tiempo de hacer cosas que nunca hacia por no encontrar el momento oportuno, pintar las paredes de mi habitación, ordenar el caos en el que se va convirtiendo dia a dia, hacer ejercicio, desempolvar los patines y darme cuatro tortas por la calle montado en ellos...
Sigo dejandome bastantes horas en el taller, y además bien contento de ello. Se nota cuando hago algo por verdadera devoción. Poco a poco van saliendo las cosas como de verdad me gustan, y es que cada nueva figura a modelar supone un reto. Me resulta extraño pensar que en poco más de dos meses todo estará ahi, en la calle, a la vista de todos y todas. Es como si no fuera plenamente consciente de que, aunque sea en un monumento muy pequeño, se va a cumplir ese sueño que desde niño acostumbraba a imaginar como algo inalcanzable, cuando junto a mi hermana hacíamos maquetas en casa de mis abuelos en los meses de verano, como si de un juguete más se tratara.
Siempre digo que no me gustaría volver a ser niño por no haber sabido sacarle todo el jugo a esa etapa de la vida. Mis mejores recuerdos son los de Alicante, los veranos, navidad, semana santa... Pero el colegio lo odiaba, y no lo echo nada de menos. Con la adolescencia me ocurre mas o menos lo mismo, el instituto fue una etapa demasiado larga -y creo que poco aprovechada-. Ahora, teniendo en cuenta el desfase que llevo entre la edad y el desarrollo personal, creo que estoy viviendo algo que normalmente correspondería a los veintitantos años, cosa que a mi me importa bien poco ya que cada uno vive las cosas según sus circunstancias y su entorno.
Pero de lo que estoy bien seguro es de que a ésta etapa si que le estoy sacando mucho, mucho jugo!